La nueva serie argentina de Netflix que, sin quererlo, juega con los límites morales del feminismo.
Que aburridas son las series perfectas, donde se puede ver el hilo del guión y uno ya sabe que todo va a terminar bien. Esto comúnmente pasa porque los personajes no están bien escritos (y muchas otras razones). Pero este no es el caso.
Nuestra protagonista es Vicky (Griselda Siciliani), una mujer de 40 años que tiene sólo un gran deseo en la vida:“casarse con el hombre perfecto, tener la casa en el country con unos hijos en lo posible rubios”. Detestable no?
Eso es lo rico de la serie, poder desentrañar a través de las acciones que tiene para con sus amigas, familia y sus sesiones de terapia, cómo fue construyendo este deseo que la vuelve una persona horrible.
Vemos cómo es capaz de pisar la cabeza de otras mujeres para conseguir cumplir este sueño. Pero si otra lo consigue antes, ella hará lo posible para menospreciarlo. También como desprecia los afectos y la gente que la quiere de verdad, por no ser parecidos a su ideal.
Vicky sólo desea eso, no tiene aspiraciones profesionales, proyectos personales u alguno de los otros condimentos que se le piden a las protagonistas mujeres hoy en día. Pero ella está tan atravesada que conmueve. Vemos como sus aspiraciones la lastiman y ¿Qué más humano que eso?
Más allá de este costado emotivo, toda la serie está planteada desde la comedia y no cae en lugares solemnes. Ella es horrible, sí. Pero nos reiremos con ella o de ella hasta que sane un poco. Como los amigues.
Y es que en esta serie juegan un rol fundamental. Si bien gran parte de su personalidad está basada en la mirada masculina. Son sus amigas quienes marcan los puntos de inflexión. Violeta Urtizberea, Pilar Gamboa, Bárbara Lombardo y Marina Bellati son las actrices que interpretan este grupo humano que acompañó y acompaña a Vicky a lo largo de la serie.
Porque Netflix ya anunció su segunda temporada y fecha de estreno para el verano del 2025.